1.12.2015

Escuela Primaria Urbana Federal "José Martí"


De septiembre de 1982 a junio de 1988, cursé mis estudios de nivel primaria en las aulas de esta modesta escuela pública. Entonces, poco sabía de poesía... menos aún de la importante figura del poeta cubano, del cual mi escuela llevaba el nombre en su turno vespertino: José Martí.

En esas aulas aprendí a leer y escribir; a sumar, restar, multiplicar y dividir. Conocí de los ecosistemas de nuestro país, y me enteré que acá habitábamos algo así como el "matorral y desierto". Supe, en los libros de texto, de la extraña "cecina" que terminé por probar, en Morelos, casi 18 años después. Leí de las civilizaciones antiguas, fenicios, egipcios y demás, que fascinaron mi imaginación infantil y -ahora lo sé- metieron a la Historia en un lugar muy especial de mi corazón.

Sí, en esas aulas, en uno de esos libros de texto, que ahora no recuerdo con precisión el grado; descubrí a Gorostiza y su poema 
¡El mar, el mar! / Dentro de mí lo siento. / Ya sólo de pensar / en él, tan mío, / tiene un sabor de sal mi pensamiento.
Era una niña, pero aquella imagen, ese ritmo, esas palabras que saben tanto a verdad; me impresionaron de tal manera, que las llevo en mi memoria desde entonces. 

La escuela ha crecido mucho: tiene aulas nuevas, el patio central (ese donde bailé en cada festival de 10 de mayo y 20 de noviembre) luce distinto, techado.

Hace décadas no la visito. Ignoro si alguna de mis maestras sigue ahí. Lo dudo. Pero el recuerdo es grato. La educación pública, entonces, fue muy enriquecedora. Lo agradezco en el alma.


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