Confesiones...

Siempre me gustó cocinar... bueno, desde que aprendí. Lo primero, como a los 8 años de edad, fueron los desayunos: huevos revueltos y estrellados. Estos últimos eran los difíciles. Lograr la volteadita en el sartén, sin que se rompiera la yema, era una verdadera hazaña.

Algunos años más tarde, en una ocasión que mi madre estuvo de viaje y tuve que quedarme a cargo de la casa y de mi padre y hermano, no me quedó más que recurrir a las recetas de mi abuelita. Abuelita, abuelita, ¿cómo se hace el spaguetti? mi voz al teléfono en llamada de emergencia.

Después, ya con el gusto por jugar con los alimentos —sus sabores y aromas— plenamente identificado, empecé mi colección de recetas y recetarios de cocina. Además, en una carpeta, fui anotando las recetas familiares. A ver tía, ¿cómo va tu receta del caldo de colita de res? Madrina, tu receta del jamón de navidad. Y así me fui con los interrogatorios y cateos domiciliarios jajaja

Monycrática y ególatra como soy, debo confesar que no cocino sobre pedido, sino por antojo. Aunque no me gusta cocinar sólo para mi, sino cocinar lo que se me antoja para mis beloved ones, y que luego digan Mmmm Mony, qué rico te quedó! jajaja

Pero, bueno, ayer me pasó algo inusual... iba pasando por el puestecito del pescado, cuando de pronto mis sentidos se pusieron en alerta, y pude casi casi visualizar el platillo que está en la foto de arriba!.... mmmm pensé, y sin dudarlo compré los filetitos!!! Puritita inspiración!!!... amé este platillo desde que lo imaginé, y lo preparé casi con euforia! jajaja Tuve que tomarle una foto, para recordarlo una vez ingerido. Efectivamente: de-li-cio-so!!! Filete de pescado a la pimienta!!!

Favor de no pedirme la receta... yo cocino por instinto!... y aunque siga las instrucciones de algún libro, siempre termino catapicciando ingredientes a mi antojo!... nunca falla!!!

Hasta la próxima

Mony