Mi agenda, en la oficina, seguía instalada en octubre. Tuve que enterarla, darle vuelta a sus hojitas y sorprenderla con que no es día primero, ni siquiera dos, estamos con el día tres ya bastante avanzadito.
De hecho el sol inicia su ruta hacia el descenso, justo cuando al pasar por mi ventan me hace poner "ojitos de regalo"... el día 3 de noviembre prácticamente es historia.
Noviembre llegó desde el lunes, puntual, como si se tratara de su primer día de trabajo. Se esmeró en llegar lindo y bien peinado, pero el otoño le arruinó su vestidito nuevo, le llenó de polvo el cabello y le partió los labios. A Noviembre le cuesta trabajo sonreír.
Vamos pues, cumplamos con el protocolo del décimo primero. Bien sabe el 2010 que le restan apenas un puñado de suspiros, sin embargo se queda hasta que sea la hora, porque así tiene que ser.
Entonces, revisaré mi agenda... más tarde la pondré en claro, para no perderme entre Noviembre y sus días.
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