Sucede, mis estimados lectores, que esto del amor virtual es cierto y es real.
Encontré su foto y me gustó lo que vi, lo que pude leer en él. Un estilo clásico y amplio conocimiento sobre la lengua. Hice la cita. Fui por él. Cierto, tuve que pagar pero, finalmente, en la vida todo tiene su precio.
Lo tomé en mis manos, le eché una ojeada... prometió delicias.
Ya en casa me entero que viajó en el tiempo, desde 1979 hasta mis manos... y guardaba entre sus 379 páginas, además de una cantidad bárbara de información apasionante, hojitas de árboles, bellísimas.
¿Soy tan irremediablemente cursi... o en verdad la vida es tan sorprendente?... ¡me abruma!
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