2.14.2013

...y sí.


PODER DE LA POESÍA


Invento el amor porque soy poeta
y las palabras son el palacio de humo
en el que vivo

en el que hago y deshago la realidad
invocando noches y mañanas exquisitamente inmóviles
en las que imagino que haciendo el amor
hago un mundo entero
océanos y bosques
y toda una generación de niños tornasoles.

Yo invento las palabras para decir
“te abrazo y subo sobre tus hombros”
porque allí decidí poner la torre desde donde mirar
el paisaje verde que quiero hacer que exista
un paisaje de sombras y helechos gigantes
donde agazapados duendes mordisquean
hongos venenosos sin morirse
y vos me mirás con los ojos de un animal manso
que me ha jurado lealtad
y me ve como el principio y el fin de todo.

Yo hago que tus manos se acerquen a mi cara
y acaricien apenas rozando el contorno tenue de mi oreja,
la barbilla, la nariz, el borde tembloroso con que mis labios
balbucean tu nombre,
y digo que tu boca cerque mi cuello y muerda
la delgada extensión de mis clavículas
y hago que mi piel se piense isla,
territorio de tus huellas de explorador
y digo que el agua te reciba
para que nadés en el cenote de mi gruta espesa
y que allí tu cetro me corone reina, diosa y musa,
única mujer flamígera, incendio,
que aspira hondo y pronuncia el amor
desprovista de miedo, de modestia,
de toda sensatez.

Yo y mis palabras tomamos tu gesto más trivial
y lo alzamos como ofrenda de pan bueno
en el altar de las adoraciones.


Nada que hagás conmigo conocerá el desperdicio.
Yo lo tomaré, lo transfiguraré
y te ceñiré hombre que me has amado
con el laurel de los héroes
para que nunca perezcas
para que vivas y me ames
página tras página
hasta el día aciago
en que ardan en las Alejandrías
de la historia

todas las
bibliotecas.


Gioconda Belli

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