Nunca creas nada de lo que nadie te diga desde fuera, sólo lo que tú sientes pues no hay equivocación en el impulso que mueve tus deseos, no hay error en lo que exige el momento que pide ser vivido plenamente. [...]
De ahí la necesidad de ese hilo de Ariadna que les guíe hacia el encuentro de sí mismos, y de nosotras, por los senderos de un deseo sabio y compaginado. [...]
...y mienten quienes piensan que la carne olvida, que una caricia cubre otra caricia como una capa de lodo a otra capa de lodo— del cuerpo que se entrega. [...]
La pasión es una fatalidad irresistible; el deseo es ejercicio sacro; el amor, ánimo de incautos, nostalgia de abrazarse el uno al otro sin que un soplo se interponga entre ambos. No pospongas tu deseo, ni la pasión, ni el amor, tampoco los sacies ni te atosigue la anticipada premura de su privación o abundancia. [...] ¿Almas predestinadas? Más te vale, niña mía, no pensar en ello ni tomarlo como un anticipo prematuro de alguna promesa de redención[...] No, no hay forma de estar ciertos de nada en absoluto, de modo que lo que hoy te digo son apenas consejos, no fórmulas ni métodos[...]
A mayor conciencia, mayor poder sobre ellas; a mayor sabiduría y discernimiento, mejor uso de los instrumentos a nuestro alcance. [...]
Bueno, tampoco me creas entonces, soy una abuela vieja, tienes razón, tú en cambio aún no has ni siquiera empezado a tejer el tapiz de tu vida...
Escritos a mano
México: JUS
pp.: 61-65.
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