Supe de esta librería de viejo gracias a la recomendación de René Castillo, de El Grafógrafo, quien amablemente me regaló la tarjeta del Sr. Márquez.
En el corazón del Centro, de pronto cuesta un poco encontrar su ubicación exacta. Apenas un tímido letrero avisa de su existencia, sobre la banqueta de Niños Héroes, entre 3ra y 4ta. La primera vez que la visité, fui acompañada de un amigo que ya es cliente habitual y empedernido de la librería. Estaba en buenas manos.
¡Ah, ese momento en que te recibe el inconfundible aroma de libro viejo!
Una pudiera habitar sitios así, tan llenos de letras, de historia. De portadas y contraportadas que resguardan, en amoroso abrazo, páginas que han viajado en el tiempo hasta llegar a esos libreros. Una pudiera dedicarse a explorarlos en búsqueda de pequeñas señales, notas al calce, subrayados... ¡dedicatorias!
La selección es amplia. Puedes pasarte la tarde entera acariciando lomos con la mirada. Tomándolos en tus manos, sintiendo sus texturas, ¡oliéndolos!
Tienen café, para acompañar la visita. Y la atención es muy amable. Te apoyan en las búsquedas específicas, pero te dejan en libertad para navegar. Encantador.
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