las fotografías nos permiten dejar un registro (sí, parcial, sesgado) de eso que fuimos en algún momento.
las fotografías nos permiten atestiguar el paso del tiempo por nosotros... las historias acumuladas.
para no perder el piso, recordar de dónde es que venimos y, si acaso es posible, atisbar hacia dónde vamos.
2.15.2013
pulcera roja
2.14.2013
Where have you been all my life?...
cuando el café se está colando y su aroma lo inunda todo, se te llena el corazón de tal manera que sientes que con éso te basta...
pero no es sino hasta que tienes la taza caliente entre las manos y te llenas la cavidad bucal con su terrible y deliciosamente amargo sabor, que lo sabes: tu vida no estaba completa hasta ese instante.
...y así todos los días :)
...y sí.
PODER DE LA POESÍA
Invento el amor porque soy poeta
y las palabras son el palacio de humo
en el que vivo
en el que hago y deshago la realidad
invocando noches y mañanas exquisitamente inmóviles
en las que imagino que haciendo el amor
hago un mundo entero
océanos y bosques
y toda una generación de niños tornasoles.
Yo invento las palabras para decir
“te abrazo y subo sobre tus hombros”
porque allí decidí poner la torre desde donde mirar
el paisaje verde que quiero hacer que exista
un paisaje de sombras y helechos gigantes
donde agazapados duendes mordisquean
hongos venenosos sin morirse
y vos me mirás con los ojos de un animal manso
que me ha jurado lealtad
y me ve como el principio y el fin de todo.
Yo hago que tus manos se acerquen a mi cara
y acaricien apenas rozando el contorno tenue de mi oreja,
la barbilla, la nariz, el borde tembloroso con que mis labios
balbucean tu nombre,
y digo que tu boca cerque mi cuello y muerda
la delgada extensión de mis clavículas
y hago que mi piel se piense isla,
territorio de tus huellas de explorador
y digo que el agua te reciba
para que nadés en el cenote de mi gruta espesa
y que allí tu cetro me corone reina, diosa y musa,
única mujer flamígera, incendio,
que aspira hondo y pronuncia el amor
desprovista de miedo, de modestia,
de toda sensatez.
Yo y mis palabras tomamos tu gesto más trivial
y lo alzamos como ofrenda de pan bueno
en el altar de las adoraciones.
Nada que hagás conmigo conocerá el desperdicio.
Yo lo tomaré, lo transfiguraré
y te ceñiré hombre que me has amado
con el laurel de los héroes
para que nunca perezcas
para que vivas y me ames
página tras página
hasta el día aciago
en que ardan en las Alejandrías
de la historia
todas las
bibliotecas.
Gioconda Belli
2.13.2013
A propósito de la radio...
Quienes me conocen saben que soy la grinch de las fechas oficiales, de los "días internacionales de..." y toda la faramalla mercadológica para dedicarle un día del año a algo/alguien y no volver a pensar en ello los otros 364 días restantes.
Sí, lo acepto, lo soy.
Pero, sucede que hoy es Día Internacional de la Radio... y yo a la radio le debo mucho. [Cierto, también a mi madre, a mis maestros, etc., etc., ...pero hoy se me pega la gana contarles algo y coincide que es el día internacional, entonces pensemos que es un día cualquiera y no me miren con ternura].
Bien.
La radio ha tenido presencia en vida desde que tengo memoria (y con ella la música, las canciones, los intérpretes y sus historias). Ya en la primaria seguía con atención las voces de locutores y los identificaba junto a su frecuencia (el numerito ese, en el stereo, donde podía encontrarlos). Con mis prim@s, nos lanzábamos al teléfono público más cercano para llamar, pedir canciones y enviar saludos (eso era ¡WOW!).
Confieso que, en mi juventud temprana, viví el enamoramiento más intenso que hubiera vivido jamás por una de esas voces masculinas de la programación vespertina... ¡ah, tener 19 años y poca conciencia! jajaja
En uno de esos giros inesperados que da la vida, terminé haciendo radio... y radio pública, pa' que más les guste. Cosita más de 14 años estuve tras el micrófono. De pronto aún me doy la vuelta a Fusión, de vez en vez, y grabo capsulas de promoción de la lectura para esa estación del IMER acá en Tijuana. Y mi voz, para gran alegría de mi corazón, sigue siendo la voz "oficial" de La Zona Fantasma (antes Selector de Frecuencias) en el Sistema Universitario de Radio, de la UABC.
La radio pública me ha dejado grandes satisfacciones, aprendizajes, experiencias... me resulta difícil entender mi vida, al menos en los últimos 14 años, sin esa parte de mí.
Nomás por ponerles un ejemplo, a la radio pública y en especial al trágicamente desaparecido Dijazz, tengo que agradecer el haber descubierto el trabajo de músicos como el gran Jorge López Ruiz, y su maravillosa "Bronca Buenos Aires", se las comparto:
Les comparto, igual, la riquísima entrevista donde López Ruiz cuenta, de propia voz, un fragmento de la historia musical de Argentina. PODCAST
Más allá de fechas oficiales, días internacionales y mercadotecnia barata... yo sigo disfrutando la radio, tradicional y online; en mi casa, el trabajo y el carro, los 365 días del año.
Era todo lo que tenía que contar.
2.12.2013
Sand & Chopin
By De la Croix
Chopin never stopped loving George Sand. Amongst his belongings, found after his death, was a small envelope inserted into the back of his diary. It was embroidered with the initials 'G.F' ('George/Frederick') and contained a lock of her hair.
Michael Lunts
2.10.2013
[suspiro]
Tomé conciencia de la importancia del soundtrack personal desde hace años... muchos. Quizás desde la infancia, con todas esas canciones que aún ahora me evocan momentos muy específicos, escenarios familiares, sabores, aromas.
Canciones, cantantes y grupos en particular me recuerdan siempre a ciertos personajes de mi familia.
A partir de la secundaria, supongo, las canciones, cantantes y grupos, llevan ya colgaditas connotaciones diversas, pero mías. Recuerdos personales. Soy de la generación donde los noviecitos te regalaban cassettes grabados con una selección de canciones especialmente para ti... eso era de lo más romántico.
En esos tiempos empecé a escuchar -y buscar- música por gusto propio (no porque fuera favorita de mis padres, tíos, etc.). Eran finales de los 80's, el "bum" del "rock en español"...
En la prepa, a inicios de los 90's, los bailes de la escuela me dejaron el -ahora- placer culposo del "dance" de aquel tiempo.
Es innegable la influencia musical que los amores de mi vida han dejado en ese soundtrack personal. Una quiere saberlo todo del ser amado, disfrutar lo que disfruta, entender lo que le mueve las fibras más íntimas... y la música es parte fundamental de eso. Claro, una tiene sus "filtros" y, aunque el amor te vuelve empática, hay límites. Valga decir, también, que algunos amores han sido más "musicales" que otros... y, luego entonces, más entrañables que otros, a partir de la "memoria musical" que pudieron dejarme. En algunos casos, ya sin el compromiso empático, prácticamente se pierde esa sección del soundtrack, no fue relevante.
El punto es, que he vivido rodeada de música. Puedo incluso dormir con el radio prendido toda la noche, para musicalizar mis sueños.
Mis gustos musicales, lo he dicho antes, son diversos. Me resultan fundamentales las letras de las canciones. Soy mujer de textos, no lo puedo negar. Pero tampoco niego el efecto físico y emocional que el sonido me provoca. Las sensaciones que se disparan ante ciertas melodías: el rubor en las mejillas, la piel erizada, el calor, el aumento en la frecuencia cardíaca, la respiración cambiando de ritmo... la música es un arma poderosa, el cuerpo es vulnerable.
Una puede desarrollar mucho más que grandes afectos hacia quien te expone a tales sensaciones. Sí, la música es un arma poderosa.
No voy a negar lo enriquecedor que ha sido para mi trabajo poético, la exposición a música nueva (nueva para mí) en los últimos tiempos. Y las tremendas connotaciones personales que se van trenzando en mis recuerdos. Quizás, como nunca antes, la música está dejando una huella profundamente entrañable en eso que llamamos alma. Descubro que esta música está marcando la forma en que apre[he]ndo al mundo. No sólo en lo que escucho, sino también en lo que veo, huelo, saboreo, toco... Sólo los grandes amores provocan estas cosas.
Sí, puede que la música sea "El" gran amor de mi vida, y que al paso del tiempo únicamente le haya cambiado de nombres, caras, ritmos... de sección en la tienda de discos.
Soy una romántica irremediable, no lo niego. No imagino la vida sin soundtrack, ni al soundtrack sin amor. Y el soundtrack, justo ahora, es perfecto: me llena de letras y de sueños.
2.09.2013
Nota aclaratoria
Hace casi 3 años y a propósito de las circunstancias personales de aquel momento, que me provocaban necesidades textuales fuera de la línea que venía trabajando en este blog y en el poetiblog; abrí uno nuevo: "Ella Yo y Superyó", era el nombre (implicaba también ciertas búsquedas, podrán notar).
Actualmente el contexto personal, de alguna manera, es distinto. Desde hace algunos meses decidí renombrar ese blog, siguiendo la idea lúdica que finalmente marcó la pauta de las publicaciones, así nomás "Moony Ludens".
Recién empezaba el año cuando, como a todo ser de carne y hueso, me abordó una fantasía particular. En esa ocasión, que casualmente era viernes, implicaba la presencia de barbas masculinas (no necesariamente las del gran Girondo, pero sí, quizás, igual en sus tamaños, espesor y rabia). Las palabras que daban vueltas en mi cabeza, finalmente encontraron su lugar en mi ludiblog.
La siguiente semana, coincidiendo en viernes, y habiendo leído algo de Neruda, la fantasía implicaba manos (no necesariamente las de mi adorado Neruda, pero sí, quizás, igualmente libres y furiosas). En ese momento descubrí un patrón de antojos semanales y decidí nombrarlo "Fantasía Literaria del Día".
Estamos ya en la sexta semana de fantasías y ya pasé por Benedetti, repetí a Girondo (porque es justo y necesario), rendí humilde homenaje a mi entrañable Bonifaz Nuño (q.e.p.d.) y justo ayer le tocó a mi Bañuelos (a propósito del libro nuevo que por fin llegó).
No se trata de poemas inéditos ni de mi gran aportación a la literatura universal (ja), en absoluto. Son sencillamente juegos, paráfrasis de poemas que disfruto locamente y que me ayudan a explorar las propias fantasías. Con todo el respeto y admiración por los autores y un guiño de complicidad poética.
Digo, a la vida no siempre debemos tomarla tan en serio.