1.12.2015

La Caja Galería

La Caja Galería tiene un lugar especial en mi corazón. Espacio independiente, casi escondido en un callejón de la Colonia 20 de noviembre; pareciera tener muchos obstáculos por superar. Sin embargo la voluntad y capacidad de Arturo Rodríguez, cabeza del proyecto, lo han convertido en uno de los más prometedores de la región. Prueba de ello es la reciente inauguración de la sede en Ensenada.

Por fuera, una bodega que se transformó gracias a los coloridos murales que ahora visten su cara frontal. Por dentro un mundo que invita a abrir los sentidos y la mente, al disfrute pleno del arte. 

Ofrecen servicios diversos de mediación entre artistas y coleccionistas; su galería mantiene siempre alguna exposición; y, recientemente, iniciaron con la vinculación escolar, ofreciendo visitas guiadas a instituciones de educación básica.

Pero, por mi parte, el amor nació con su Diplomado en Apreciación de las Artes Visuales. Respaldado con reconocimiento del INBA, el diseño teórico-práctico, estructurado en módulos a cargo de excelentes académicos y artistas locales; resultó una experiencia invaluable. Además tienen el cuidado de integrar eclécticamente grupos pequeños, de manera que la dinámica en el aula es de lo más rica, con los distintos puntos de vista que se comparten. El ICBC siempre ofrece algunas becas, aprovéchalas.

El Grafógrafo

El Grafógrafo es un espacio cultural que va mucho más allá de la simple librería de viejo. Es un proyecto independiente que nace en Tijuana a partir del esfuerzo de René Castillo, con su Feria del Libro Usado, en la UABC y que, finalmente, encontró su lugar "fijo" ideal dentro del Pasaje Rodríguez, en el Centro.

Lo rico de este lugar, además de su café y pastelitos; de los sillones que apapachan y te invitan a leer durante horas; es que te sientes muy bien atendido. René y su equipo, también ávidos lectores, te consienten -no como cliente, que sí-, sino como lector.

Puedes encontrar verdaderas joyas literarias, de historia y otros géneros, a precios encantadores. Además te sugiero que les platiques sobre tus temas y búsquedas y te orientarán con sus recomendaciones. 

El Grafógrafo también es anfitrión de diversos eventos literarios y musicales; sigue su agenda de presentaciones, conciertos y talleres.

Librería Sor Juana


La Librería Sor Juana se fundó en el año 2001. Desde entonces a la fecha se ha convertido en punto de referencia tratándose de libros de Humanidades y Ciencias Sociales. Desde mis épocas de estudiante, y ahora como docente, me han atendido con esmero ayudándome a conseguir bibliografía especializada para mis cursos. Basta con hacerles llegar los datos y, si no lo tiene en inventario, lo solicitan a las editoriales nacionales o extranjeras.

Paidós, Gedisa, Fondo de Cultura Económica; libros de las editoriales del COLMEX o la UNAM, han llegado a mis manos gracias al atento servicio de su personal, que da seguimiento por correo electrónico o en sus páginas de redes sociales.

Y si acaso estás fuera de la ciudad, cuentan con servicio de envío de libros dentro y fuera de la república. Puedes realizar tus compras a través de su página con toda la confianza; tiene el sello de verificación de PayPal. Yo prefiero visitarles, porque el aroma de libros nuevos es irresistible.


Monumento fronterizo: la Mojonera


La mojonera 258 marca el inicio de los 3,185 kilómetros de línea fronteriza, que separan a México de Estados Unidos. Se ubica a los 32º 32' 04" del Norte y 117º 07' 22" Oeste. En la década de los 60, se construyó, a unos pasos, la Plaza Monumental de Toros; y, al finalizar de esa misma década, el famoso Faro de Playas. 


El cerco fronterizo solía quedar a la mitad del cuerpo del obelisco de mármol blanco. Pero en el 2011, con la reconstrucción y reforzamiento de los muros y cercos, a iniciativa del gobierno de Estados Unidos, quedó completamente de lado mexicano.

Suele ser visita obligada de turistas y locales. Todos llegan y se toman la foto junto al monumento histórico. Actualmente, en los alrededores, se encuentra el Jardín de la Amistad, que es la entrada al andador turístico de Playas de Tijuana. Espacio familiar, histórico e ideal para contemplar las puestas de sol, cuando se esconde en las aguas del Océano Pacífico.


Parque Teniente Guerrero


En una ciudad tan diversa como Tijuana, con zonas industriales; áreas urbanas modernas y cosmopolitas; es un verdadero respiro que aún tengamos espacios de esparcimiento familiar tradicional, como el Parque Teniente Guerrero.


Ubicado en la Zona Centro, es justo la cuadra entre 3ra y 4ta; González Ortega y 5 de mayo. Frente a la hermosa iglesia de San Francisco de Asís. Con su tradicional quiosco al centro; área de juegos infantiles; mesas para jugar ajedrez; baños públicos y, ¡qué maravilla!, la Biblioteca Pública Municipal Ignacio Zaragoza. El parque Teniente Guerrero tiene algo para cada integrante de la familia.

Podrás encontrar los tradicionales vendedores de algodones de azúcar, eloteros y paleteros. Además, sobre sus aceras, las clásicas bolerías y puestos de periódicos. El parque es perfecto para pasar la tarde y los niños se divierten en grande. También puedes buscar una de las bancas y leer tu libro favorito a la sombra de las palmeras y árboles que, si hablaran, ¡la de cosas que podrían contarnos sobre Tijuana y los tijuanenses!


Garita de San Ysidro


Para quienes crecimos aquí, la noción de la "línea" es un concepto compartido. El mismo muro fronterizo, con todas sus connotaciones hostiles, nos resulta de lo más natural y cotidiano. Lo nuevo y molesto, en todo caso, son las horas -literalmente horas- de espera para cruzar al país vecino.


Mis recuerdos de infancia, en familia, incluso caminando con mi abuelita; me remiten a un intercambio constante entre tijuanenses y sandieguinos. Era común cruzar para ir al "mandado", a pasar el día o comer hamburguesas (antes que las cadenas transnacionales invadieran el país). Y, bueno, qué decir del turismo estadounidense en Tijuana; los registros históricos dan amplia referencia sobre ello.

Nos queda claro que los ataques del 11 de septiembre del 2001 marcaron la gran diferencia; un antes y un después, en la dinámica fronteriza de la ciudad. Confieso que ahora cruzo a San Diego, máximo, unas tres veces por año. 

La garita está modernizándose, en instalaciones y procesos. Nuevas opciones como la "sentri" o la "ready lane", intentan agilizar el cruce fronterizo. Del lado mexicano, se ampliaron también el número de puertas de entrada, sin embargo aún hay quejas.

Esperemos que la situación mejore... hay muchas cosas que podríamos aprovechar de ello, mutuamente, ambos países.


Libros, café y jazz


Supe de esta librería de viejo gracias a la recomendación de René Castillo, de El Grafógrafo, quien amablemente me regaló la tarjeta del Sr. Márquez.

En el corazón del Centro, de pronto cuesta un poco encontrar su ubicación exacta. Apenas un tímido letrero avisa de su existencia, sobre la banqueta de Niños Héroes, entre 3ra y 4ta. La primera vez que la visité, fui acompañada de un amigo que ya es cliente habitual y empedernido de la librería. Estaba en buenas manos.

¡Ah, ese momento en que te recibe el inconfundible aroma de libro viejo!

Una pudiera habitar sitios así, tan llenos de letras, de historia. De portadas y contraportadas que resguardan, en amoroso abrazo, páginas que han viajado en el tiempo hasta llegar a esos libreros. Una pudiera dedicarse a explorarlos en búsqueda de pequeñas señales, notas al calce, subrayados... ¡dedicatorias! 

La selección es amplia. Puedes pasarte la tarde entera acariciando lomos con la mirada. Tomándolos en tus manos, sintiendo sus texturas, ¡oliéndolos!

Tienen café, para acompañar la visita. Y la atención es muy amable. Te apoyan en las búsquedas específicas, pero te dejan en libertad para navegar. Encantador.


Escuela Primaria Urbana Federal "José Martí"


De septiembre de 1982 a junio de 1988, cursé mis estudios de nivel primaria en las aulas de esta modesta escuela pública. Entonces, poco sabía de poesía... menos aún de la importante figura del poeta cubano, del cual mi escuela llevaba el nombre en su turno vespertino: José Martí.

En esas aulas aprendí a leer y escribir; a sumar, restar, multiplicar y dividir. Conocí de los ecosistemas de nuestro país, y me enteré que acá habitábamos algo así como el "matorral y desierto". Supe, en los libros de texto, de la extraña "cecina" que terminé por probar, en Morelos, casi 18 años después. Leí de las civilizaciones antiguas, fenicios, egipcios y demás, que fascinaron mi imaginación infantil y -ahora lo sé- metieron a la Historia en un lugar muy especial de mi corazón.

Sí, en esas aulas, en uno de esos libros de texto, que ahora no recuerdo con precisión el grado; descubrí a Gorostiza y su poema 
¡El mar, el mar! / Dentro de mí lo siento. / Ya sólo de pensar / en él, tan mío, / tiene un sabor de sal mi pensamiento.
Era una niña, pero aquella imagen, ese ritmo, esas palabras que saben tanto a verdad; me impresionaron de tal manera, que las llevo en mi memoria desde entonces. 

La escuela ha crecido mucho: tiene aulas nuevas, el patio central (ese donde bailé en cada festival de 10 de mayo y 20 de noviembre) luce distinto, techado.

Hace décadas no la visito. Ignoro si alguna de mis maestras sigue ahí. Lo dudo. Pero el recuerdo es grato. La educación pública, entonces, fue muy enriquecedora. Lo agradezco en el alma.


1.08.2015

Andante


Por enésima vez, mi auto está en el taller. Confieso que empiezo a habituarme. Los mecánicos ya me conocen; ya soy "de la casa". 

Confieso, también, que hoy lo dejé en reparación con menor pesar que otras veces. Serán las vacaciones. O será que le tomo de nuevo el gusto a recorrer mi ciudad en dos pies.

Conduzco desde el 2005. 10 años ya de traslados urgentes; tráfico bajo la lluvia o el sol despiadados, en horas pico. Ah, pero confieso disfrutar con locura la prerrogativa de cantar a "grito pelado" las canciones de la radio y bailar como demente fingiendo que los conductores de los autos contiguos no existen. También amo los recorridos nocturnos, con la ciudad iluminada y las calles desiertas.

Desde hace 10 años, la vida peatonal la tengo reservada a los viajes. A los andares en ciudades ajenas, deslizándome con parsimonia voraz (o voracidad parsimoniosa, no sé) entre sus calles; en un ejercicio donde no me queda claro si gobiernan las piernas, o la mirada.

Entonces, estos días deambulando de la casa a la UABC, y de regreso, los he disfrutado como foránea. Soy extranjera que abre los ojos, luego de 10 años, para observar, a detalle, el entorno (una vive la ciudad de manera distinta detrás de un volante). Las vacaciones me permiten disfrutar con calma, observarlo todo. El soliloquio mental se matiza con los relieves, las formas, la luz y las sombras. Cierto, no canto a "grito pelado" ni bailo como demente; pero puedo, igual, fingir que camino sola, y las calles son enteras para mí. Observo.

Observo y siento. Porque las piernas se saben vivas. Porque soy toda yo, desde los huesos hasta la piel, quien reclama su lugar a fuerza de pisadas firmes, pero suaves. Y los músculos calientes de las pantorrillas y los muslos; la respiración incrementando el ritmo; la sangre corriendo con deleite urgente por el cuerpo entero; me llenan de una sensación de libertad primitiva y salvaje. Sí, caminar mi ciudad es riquísimo. 

Saberte con el mapa de sus calles y rincones tatuado en el corazón. Conocer precisamente qué rumbo tomar y llegar a donde quieres ir. Tener el poder de decidir si avanzas o te detienes a disfrutar del embeleso de la luz filtrándose entre las nubes; de la sombra de los árboles que languidece sobre el pasto; del viento y mis pasos lentos.

En días inciertos, caminar sabe bien. Porque muy pocas, verdaderas, cosas están en nuestras manos. Entre ellas, nuestros pasos.



1.03.2015

cierre...

...confieso que esta entrada se quedó en "borradores" por dos o tres semanas.

Sí, fue difícil cerrar el 2014.

En la chamba, el semestre: intenso. 180 alumnos. 180 ensayos finales. Creo que le aumenté un par de dioptrías a mi miopía, luego de terminar de leerlos a todos.

Las fiestas: duras. No había llorado la muerte de mi abuelita (de marzo pasado) como lo he hecho en las últimas semanas. Navidad, para mí, era mi abue. Quienes me han leído por años lo saben. Saben de diciembre y mi abuelita. Al explicarle a la Kix porqué la extraño en estas fechas, al ponerlo en palabras -finalmente en mi voz-; sucedió: no pude esconder [esconderme a mí misma] más tiempo lo mucho que me duele haberla perdido. La sensación de desamparo al saberme sin ella. Sin sus consejos.

En marzo, la primera reacción fue agradecer que ya no sufriera más. Su descanso. Así pasó el año entero. Incluso mi cumpleaños, sin su llamada tempranito para cantar las mañanitas, sucedió sin mayor angustia. Pero Navidad, caray, Navidad. Desde que tengo memoria, todas las Navidades fueron junto a ella.

Ni hablar, así sucede. Algunas personas forman parte fundamental de tu vida. Su ausencia es muy grande.

Quisiera cerrar este texto con un mensaje más luminoso. Ustedes sabrán comprender que lo deje aquí nomas.

Abrazos.