...acá, viviéndole las últimas horas al año. El 2013 será asunto del pasado en, apenas, cosita de 5 días. Pienso en sus doce meses, en sus cincuenta y tantas semanas, en todas sus noches y sus días... y se me escapa un suspiro.
Y se me escapa la nostalgia.
No puede una achacarle todas las angustias y quebrantos a un año de la vida, ni siquiera a este 2013. Sería injusto no reconocerle lo tanto y tan bonito que tuvo. Las tantas sonrisas, abrazos, momentos, cercanías.
Los lazos formados; los tan afortunados viajes. Los reencuentros. Las amistades de siempre, constantes. La familia. Todas las imágenes con las que me deja llenito el corazón. Tengo mucho, mucho más ahora, en la memoria, que hace un año.
El horizonte es distinto, literalmente. Cierro el año desde mi nuevo hogar, el definitivo. Observo la ciudad desde otro ángulo; dejo que los amaneceres y los ocasos me sorprendan con su novedad. Me enamoro de la luz que atraviesa las ventanas. Después de dos años de esperas y desencantos inmobiliarios, por fin, por fin: mi casa.
El 2013 me deja mucho... pero también se lleva otro tanto. Me deja en -1 mi lista de personas queridas, de amigos entrañables. Septiembre y su luna llena...
Y, antes de irse, nos tiene con mi abuelita en el hospital...
Por momentos, 2013, te he sentido como prueba de resistencia. Resisto.
No pido más. No espero. Sueño, con restricciones. Solo agradezco la salud propia y de mi cría... y espero seguir resistiendo.
Agradezco a todos los que han estado en sus doce meses, en sus cincuenta y tantas semanas, en todas sus noches y sus días; en los viajes y los reencuentros. Gracias por ser todo lo tanto y tan bonito del 2013 que me guardaré en la memoria.
Au revoir, 2013!...
...y que el 2014 sea mejor, para todos.