Pues bien, iniciar un dossier de poesía actual de Baja California citando a Vizcaíno responde a mi total convicción en recordar el origen; mi apuesta por salvaguardar la memoria histórica -en todos los ámbitos-; por reconocer a los que fueron y abrieron paso en el desierto.
Agradezco la invitación de Mijail Lamas para coordinar este proyecto de CÍRCULO DE POESÍA, revista electrónica de literatura. Y, sobre todo, a los poetas del estado que, generosos, comparten su trabajo.
Ahí les dejo las ligas... la invitación a leer.
Presentación del dossier:
POESÍA DE BAJA CALIFORNIA
Toda la California
cabe en tres palabras:
cielo, mar, desierto.
Rubén Vizcaíno Valencia
Habitar la esquina, el extremo Noroeste de la nación; territorio hostil —así de pronto. Habitar los brotes urbanos que se abrieron paso entre las arenas del desierto, las piedras y los matorrales. Desafiar la Ley de la Gravedad, desde los cerros y sus cañones. Declararse inmunes a todos los centígrados aglomerados. Renegar del “bordo”, la “migra” y las horas de “línea” para cruzar a U.S.A.
Llegar, quizá, sin planes de permanencia… ¡pero es que el agua de la presa!, ¡pero es que el Pacífico y el Mar de Cortez!…
Permanecer, porque las noches —en esta esquina— son bálsamo de estrellas.
Baja California, con toda su aridez, es generosa fuente de poesía. Poetas originarios, quizá los menos, o avecindados en esta tierra, los más; generación tras generación, dejan impresa en sus páginas la experiencia cotidiana, íntima y colectiva, de habitar la «realidad» fronteriza, urbana, porteña, desértica y rumorosa.
Algo de esas letras, compartiremos acá. Algo de esa esperanza que furiosa derriba fronteras, atraviesa el desierto y se amansa frente al mar, al ocaso. Poesía que reta la aridez, porque, como bien dijo Vizcaíno:
Conquistarla
es domar los desiertos…
y la muerte.
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