Conocí a Roberto Salomón en 2011, en un concierto en El Lugar del Nopal. Antes de saber de su vida o siquiera hablar con él, conocí su pasión y enorme talento al piano. Desde entonces, la amistad, las colaboraciones y el cariño se han construido entre muchas alegrías y aprendizaje. He sido testigo de sus proyectos y crecimiento durante todos estos años.
“De ardiente melancolía”, así, en este contexto de tiempos aciagos, me devuelve al amigo ausente, y le reconozco entre las notas que fluyen cargadas de esa pasión tan suya, esta vez para contarnos su historia, recuerdos, nostalgias. Son, sí, su voz, su tono, su elegancia en la interpretación; sin embargo, ahora con la luminosidad de quien se ofrece transparente, luego de un sinuoso viaje de introspección —a sí mismo y al pasado—, del cual regresa pleno sabiéndose dueño de cada paso presente y futuro.
Este primer sencillo de su álbum debut, es fina muestra de todo lo que Roberto lleva entre las manos y el corazón. La intuición y experiencia para articular con precisión cada nota y transmitir la emoción precisa, auténtica. Salomón, confidente, nos cuenta su historia… y, a la vez, se torna abrazo para su escucha, en estos tiempos aciagos, cuando el arte nos conecta y alivia.