6.10.2010

DE LAS HORAS DE JUNIO

De nuestra lectura el sábado 5 de junio

Pues que junio llegó... con todo y sus Horas.  El viernes 4 Hadia, Sharon y yo, llegando barridas al aeropuerto, abordamos el avión de las 7:00 a.m. a Hermosillo.  Llegamos a las 8:25 (aprox.). El calor nos recibió amable, nada para alarmarse. Rosario Orozco nos esperaba ahí, había llegado desde Guadalajara unos minutos antes.
  
Solecito hermosa nos llevó al Kino. En recepción encontramos al Jeff, al Navo con tremendas ojeras y el cabello escurriendo de agua porque se había bañado (jiji), a Moni Ávila, Rober, Ponchito, Olguita y Karina. Todos listos para salir a la SSH a escuchar la primer lectura del día.

Desayunamos y al salir del restaurant ya teníamos lista una habitación.

Compartimos habitación las 4, y la Nidita Barajas con su guitarra fue visita constante  también.  Esa mañana fue de mesas de lectura, luego, a comer a Los Jarritos, compartiendo la mesa nada más y nada menos que con el gran Juan Bañuelos

Donde sólo se habla del amor
de Juan Bañuelos

A los hombres, a las mujeres
que aguardan vivir sin soledad,
al espeso camaleón callado como el agua,
al aire arisco (es el aire un pájaro atrapado),
a los que duermen mientras sostengo mi vigilia,
a la mujer sentada en la plaza vendiendo su silencio.
En fin, diciendo ciertas cosas reales
en una lengua unánime, amorosa;
a los niños que sueñan en las frutas
y a los que cantan canciones sin palabras en las noches
compartiendo la muerte con la muerte,
los invito a la vida
como un muchacho que ofrece una manzana,
me doy fuego
para que pasen bien estos días de invierno.
Porque una mujer se acuesta a mi lado
y amo al mundo.
¿Qué tal?... Bañuelos nos compartió algunos momentos de su historia, sus amores, sus hijos, sus divorcios... "es difícil (con)vivir con un escritor", argumentó adjudicándose la responsabilidad mayor.  Un señor bello, con una claridad mental que ya la quisieran much@s... vaya, una delicia.

Por la tarde descansamos un rato nuestros desvelos y volvimos más tarde a la SSH. Magno evento de la noche: Homenaje a Poniatowska.  Empezamos con la lloradera del fin de semana cuando, como parte de su discurso, hizo el pase de lista de los 49 niñ@s que murieron en el incendio de la Guardería ABC un año antes. El número es abstracto, un concepto neutro, frío... los nombres dieron una dimensión real a los angelitos, y la interminable lista nos atravezó el corazón de dolor.

Cena: burritos.  Luego, cerverzas en un bar/cantina/salon de baile que parecía sacado de una low budget mexican movie de los 70's (¿acaso hubo de otras películas en México en esos años?) "Puede ser" cantaba el conjunto musical.  A la cama temprano, leíamos a las 10:00 el sábado.

"ESTADO CIVIL: POETA" fué el nombre de nuestra mesa, moderada por Ponchito, con Rosario Orozco, Olga García, Hadia Farfán, Sharon Vázquez, y Nidia Barajas en la música... no ensayamos, pero todo salió perfecto. La escasa audiencia que logró salir de su cuarto, con todo y cruda, recibió muy bien nuestra lectura.

Sábado de más letras, mesas con amigos.  Comida en Los Jarritos (un ceviche y pescadito muy ricos). Nidia Barajas, Nahúm, Iván, Hugo, Arturo, Altanoche y yop, niiiceee.

Regresamos a la mega mesa de Moni Ávila, Roberto Castillo y Ponchito García Cortez.

Luego, más tarde, nos unimos a la marcha del aniversario... fue andar las calles de Hermosillo entre el dolor.  Y el dolor nos cubrió... dolor fuimos.  Nidia, Hadia, Sharon y yo lloramos juntas, trenzamos nuestras lágrimas hasta que no supimos cuáles eran de quién.  Era imposible contenerse... el ambiente, la vibra, eran demasiado fuertes... dolor, indignación, todo junto... terminamos exhaustas, como trapo exprimido y tendido al sol.  Experiencias así te tocan, te mueven duro el tapete, la vida!

Los camiones nos llevaron a Los Jarritos, con los ojitos apagados intentamos celebrar el encuentro, las letras y la oportunidad de estar ahí, para Hermosillo.  Una vez que Nidia cantó huimos, hacinados en taxis, al Pluma Blanca.  Estuvimos ahí un rato y luego visitamos otro lugar de honorable nombre (jiji) donde nos encontramos a Súperman (región 4, diría Nidia)... luego, de vuelta al Kino.  Gente despierta hasta las 4:00 a.m. junto a la fuente, charlando de mil cosas: Los Beatles, la intrascendencia del Barroco, comparado con otras etapas de la historia del arte, y una larga lista de etcéteras.

Cómo pudimos estuvimos en pie a tiempo para abordar los camiones que nos llevarían a San Carlos.  Trayecto... "interesante" jeje...  confieso que sólo pude tomar agua en todo el día (la noche de ese domingo fue otra cosa)... temí sentirme físicamente mal en aquellos parajes desconocidos.  ¡Qué belleza de lugar!... algunas lecturas más, comidita, el mar!... Overwhelming!!!... estuve a punto de romper en llanto, cuando escuché los gritos desesperados de Sharon: un aguamala le quemó en su piecito izquierdo.  Hadia y yo corrimos a los baños (se imaginarán para qué)... afortunadamente, a nuestro regreso, un habitante del área ya estaba con su kit de primeros auxilios que incluía una botellita de amoniaco y algodones,  alguien le frotaba el pie a mi amiga con esta sustancia.  En 20 minutos estuvo aliviada.

El resto de la tarde, sentadas en la arena, frente al mar, con Panchito Morales iluminándonos el entendimiento: Gracias Panchito!!!

De regreso me tomé una cerveza en el camión.  Llegué al Kino directo a la regadera (arena hasta en los lugares más insospechados jeje)... nos fuimos caminando por unos hot dogs de la uni: ricos, sí.  Luego, de vuelta en el hotel, un rato en fiesta privada (uy) y luego a la cama.  El cuerpo, a mi edad, ya sólo aguanta ciertas cosas.

El lunes despertamos taaaarde. Nos preparamos para salir con todas las calmas posibles.  Desayunamos en el restaurante del Kino, nos acompañaron Jeff y Coyito un rato. 

¡Ah!, las despedidas nunca son sencillas.  En apenas 3 días muchas personas se vuelven de tu familia.

En el avión, que por poco nos deja porque Sharon no encontraba su tarjeta, la representación de Ensenada: Flora, Quetzalli y Tito.  Y Tijuana: Nidia, Luis Gastelum, Hadia, Sharon y yop.  Cuando nos dimos cuenta ya estábamos aterrizando.

Y Tijuana estaba esperándonos, con su mejor vestido y una gran sonrisa.

Así las horas, mis Horas de Junio en Hermosillo... con un calor que amenazaba cosas peores y que al final de cuentas fue gentil caballero, l@s amig@s del alma muy cerca, cervezas y letras... ¡una experiencia enriquecedora!... valió la pena cada minuto.

Yo, sí vuelvo, que sí.
M.

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