No espero que alguien me encuentre. Sé perfectamente dónde estoy. El camino es mío... puede que sea difícil, sé que voy sola... pero aún así no me amedrenta.
Anoche, al lavarme el rostro frente al espejo del baño, me vi a los ojos. No, no tengo 15, ni 19... ni siquiera 25. En realidad no encontré nada en mi mirada de aquella que fui a los 25... no estoy segura en qué tramo del camino se perdió. 8 años es mucho tiempo.
Veo las fotos de entonces y me cuesta reconocerme en ella, tan feliz.
Ahora entiendo la felicidad de otra manera.
Sigo siendo vulnerable, lo sé. Estoy en proceso de reconstrucción, inventario y remodelación. Desde adentro. Las respuestas están en mí. No debo colgarle mis esperanzas a nadie más. En esto voy sola, también. Sólo así lograré estar completa. Voy llenándome de mis propios logros, de mi trabajo, del cariño de los míos... y, lo más importante, de un inmenso e incondicional amor a mí misma.
Incertidumbre: toda. Me queda claro que no tenemos la seguridad de nada en la vida... Sin embargo esa no puede ser razón para desanimarse.
Sigo soñando. La diferencia, ahora, es que yo y sólo yo trabajo por mis sueños.
Me vestiré de letras... y bailaré la vida!
M.
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