...confieso que esta entrada se quedó en "borradores" por dos o tres semanas.
Sí, fue difícil cerrar el 2014.
En la chamba, el semestre: intenso. 180 alumnos. 180 ensayos finales. Creo que le aumenté un par de dioptrías a mi miopía, luego de terminar de leerlos a todos.
Las fiestas: duras. No había llorado la muerte de mi abuelita (de marzo pasado) como lo he hecho en las últimas semanas. Navidad, para mí, era mi abue. Quienes me han leído por años lo saben. Saben de diciembre y mi abuelita. Al explicarle a la Kix porqué la extraño en estas fechas, al ponerlo en palabras -finalmente en mi voz-; sucedió: no pude esconder [esconderme a mí misma] más tiempo lo mucho que me duele haberla perdido. La sensación de desamparo al saberme sin ella. Sin sus consejos.
En marzo, la primera reacción fue agradecer que ya no sufriera más. Su descanso. Así pasó el año entero. Incluso mi cumpleaños, sin su llamada tempranito para cantar las mañanitas, sucedió sin mayor angustia. Pero Navidad, caray, Navidad. Desde que tengo memoria, todas las Navidades fueron junto a ella.
Ni hablar, así sucede. Algunas personas forman parte fundamental de tu vida. Su ausencia es muy grande.
Quisiera cerrar este texto con un mensaje más luminoso. Ustedes sabrán comprender que lo deje aquí nomas.
Abrazos.
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